domingo, 16 de noviembre de 2008

Vaya, vaya, vaya

Y eso suele era la pista del Palacio de Deportes... Ahora es teneis que imaginar las gradas igualmente llenas... Y si conseguis hacer eso, echadle un poco más de imaginación y pensad que 15.000 personas (o no sé cuántas cabrán ahí) estaban en estado de exaltación cuasi histeria con cada una de las canciones de Extremoduro...

Cómo ya he llegado a reconocer alguna vez, no conozco mucho a Extremoduro. De hecho, me he enganchado a ellos a partir del último disco "La ley innata". Y aún así, iba al concierto, porque le apetecía muchísimo a mi novia. Y como a mi no se me tarda en convencer para ir a un concierto, pues ahí que fui.

Empezaré otra vez en el estilo de mi "crítica" al concierto de Bunbury... IM-PRE-SIO-NAN-TE. ¡Buff! Y la verdad es que daba igual que no conociera ni la mitad de las canciones que tocaron.

Lo más que me ha llegado a impactar de este concierto es que, después de haber ido a unos cuantos conciertos en mi vida, hacía muchííííííííííííííííííííííííííííísimo tiempo que no veía algo así (quizá Pearl Jam y AC/DC en el Palacio de Deportes). La pista a rebosar. Las gradas llenísimas. La gente cantando como locos (literalmente, como locos). No había persona que no estuviera meneando la cabeza, saltando de arriba a abajo y de abajo a arriba, menenando los brazos, fumando porros, bebiendo cerveza y, sobre todo, cantando cada una de las letras de cada una de las canciones del concierto. Con algo así, te tiene que enganchar el concierto. Da igual que no seas fan número uno. Si eso que pasó anoche no te contagia y te emociona, es que estás muerto.

El concierto en si, impresionante (una vez más, no se me ocurre otro calificativo mejor). El sonido buenísimo, aunque creo que por nuestra ubicación en la grada, algún que otro punteo del guitarrista se nos perdió un poco por el camino. El batería es un monstruo de la naturaleza. El guitarrista no falló ni una sola nota. El bajo acompañaba perfectamente a todo. Y la voz... Bueno, la voz no era muy allá (es que a este hombre no hay quien le entienda en concierto). Pero sinceramente (y es sólo mi opinión), la voz es algo un poco prescindible en Extremoduro. Así que todo perfecto.

Comienza el concierto con toda la pista tapada por una lonas desde los focos hasta el suelo. Se apagan las luces. Suenan los primeros acordes de guitarra, acompañados de un ritmo pegadizo de batería. No hay voz. No hay músicos. Sólo música. Pasan los momentos y de repente se intuye a Robe Iniesta aparecer detrás de las lonas. Éstas caen de golpe y empieza a sonar, atronadoramente, "Deltoya".

De ahí, fue un no parar durante dos horas y pico de concierto "neto". Digo neto, porque, aunque este hombre siempre lo haya hecho (según me han contado), hay que descontar un descanso de 15 minutos que hizo a mitad de concierto. La verdad es que no es la primera vez que vivo una cosa así (ya me pasó con Mötley Crüe en Leganés), pero pienso que es una forma horrible de estropearte el subidón que sientes al disfrutar de la música. Sobre todo cuando la última canción de la primera parte es "So payaso", con un solo de guitarra inconmensurable... Pero este grupo es capaz de sacarte nuevamente del letargo del descanso.

A las 12.45 estabamos acabando el concierto. Durante la última canción, todos los técnicos de luz, sonido, seguridad, etc. del grupo, estaban subidos sobre el escenario con el grupo para festejar el fin de gira. Se les veía contentos y satisfechos. Desde luego, si todos los conciertos han sido como el de ayer, no veo razones para impedir que lo festejaran con cerveza, champán y quién sabe qué cosas más....

¡Conciertazo!

P.D.: Le dedico este post a R., que ayer estuvo conmigo viviendo esos momentos que se quedan en la retina... Menos mal que te convencí para que te vinieras...

No hay comentarios: